lunes, 24 de noviembre de 2008

LA PRENSA: LA GESTA Y LA PARÁBOLA EN LA MEDIACIÓN PÚBLICA.


El análisis que hace Manuel Martín Serrano, en su artículo La prensa: la gesta y la parábola en la mediación pública, viene a diferenciar la visión de la realidad a nivel narrativo en dos grandes ámbitos: el acontecer sociopolítico, por un lado y los aconteceres cotidianos, por otro. Dice el autor que ambos ámbitos tienen una moralidad diferente por lo que el mediador debe tener un comportamiento también diferente.

En el ámbito sociopolítico se proponen juicios de valor universal, es decir han de ser válidos para todas las situaciones semejantes, tiene prioridad el interés social, el bien común, respecto de intereses particulares de los sujetos individuales y se espera que cada sujeto sea capaz de superar sus afectos y su individualidad para ser un ser responsable socialmente, transportándose a un nivel superior. La narrativa es de gesta. La función constructiva que se les atribuye a los conflictos institucionalizados se apoya en la presunción de que el Mediador ni explicita ni justifica: ninguna tensión social podrá comprometer el orden establecido en tanto que las discrepancias se canalicen a través de las organizaciones formales y se ritualicen de acuerdo con regulaciones formales.

Las pautas que regulan la narración de lo cotidiano, con narrativa en base a la parábola, requieren una evaluación diferente según el caso y sujeto, en base a su personalidad, fines y metas. El interés privado es aquí un fin legítimo y prioritario, salvo cuando concurra con los intereses de otros, comprometiendo la cuestión social, donde se llega al siguiente nivel.

Los distintos principios narrativos en uno u otro caso conllevan distinta sanción en caso de diferencias con el comportamiento esperado. Si fracasa el Agente político en el desempeño de sus funciones, se le permitirá exculparse, puesto que el quebranto dimana del fatum y no de la imperfección humana; pero en ningún caso que haga recaer la inculpación sobre las instituciones o las organizaciones. Si el comportamiento erróneo corresponde a lo cotidiano, la sanción será la presión afectiva, el rechazo con el que le corresponderán los más próximos, en un plano afectivo, íntimo y personal.

La forma narrativa es también distinta en uno y otro caso, porque sus características son diferentes. Se puede decir el tratamiento de los MCM, cuando se refiere a cuestiones cotidianas, el discurso y la mediación, tienen una configuración en base a sentimientos correctos, pautas afectivas, orientadas a preservar intereses particulares, de adaptación al entorno social, dee aceptación de los otros, en base a principios y valores universalmente reconocidos; lo que podríamos llamar siguiendo a Schutz, constructos de primer grado. Mientras que en el discurso sociopolítico, las pautas a preservar son de rango superior, orientadas a preservar intereses colectivos, o universales, los objetivos son públicos, para preservar el bien común, se basa en instituciones para el control del entorno social; lo que podríamos llamar siguiendo a Schutz, constructos de segundo grado.

En ambos discursos de los MCM, se prima el consenso, la solidaridad, se tiene en cuenta el rol y no el personaje, preferencia de lo que concierne al grupo frente al individualismo, se referencian los logros frente a los fracasos y se diferencian los universos de la acción, el control y de la comunicación, entre otros.

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