lunes, 3 de noviembre de 2008

AUTORREGULACIÓN EN LA PUBLICIDAD

Si la emisión de CO2 de los coches es contaminante, que lo es, y perjudica al medio ambiente, no es suficiente con la carga impositiva sobre los coches y el combustible. Las autoridades deberían ser firmes y legislar en consecuencia. No vale quien contamina paga. Pero todos tenemos coche y lo usamos.

Si el tabaco puede matar y perjudica seriamente la salud, debería estar erradicado. Prohibida su fabricación, venta y distribución. Se nos ha inculcado el vicio, por moda, publicidad, etc. Hace unos años, estaba estandarizado fumar, casi era una obligación. Otra historia es que se incremente elementos adictivos y perjudiciales a los cigarrillos.

Os imagináis a un niño que ve a su padre fumando, lee en la cajetilla el tabaco mata.

No lo entiende. Es contradictorio.

Se dice en el artículo, “Muchos ojos vigilan a la publicidad. La competencia, las asociaciones de consumidores, los colectivos, las autoridades. De modo que la imagen del consumidor crédulo, pasivo y desnudo frente a la voracidad publicitaria empieza a parecerse a una caricatura. "A nadie le interesa la desconfianza y proteger al consumidor es necesario", asegura Alija, "pero tampoco nadie ve la publicidad creyéndose literalmente todo lo que se cuenta". O sea, que el consumidor entiende el humor o la hipérbole. "Sí, aunque es cierto que la corrección política es un fantasma que hace que la creatividad no tenga toda la chispa que podría. Así que en la barra de un bar ves que la gente es irónica, pero a los spots se les pide que sean blancos y ligeros".

La publicidad tiene su evolución para adaptarse a la realidad del momento, los consumidores y usuarios no estamos libres de sus garras, aunque seamos capaces de analizar críticamente los contenidos de los spots, nos dejamos convencer libremente por sus bondades. Es más, si no fuera por la publicidad, no conoceríamos cantidad de productos, cuya necesidad justificamos cual publicitarios en acción.

Además de la regulación legal, la autorregulación mediante su propio código deontológico, la competencia, la evitación de la competencia desleal, la protección de los menores, prohibición de discriminación por razón de sexo, raza, religión, etc, debería contar con la autorregulación de los propios consumidores y usuarios, siendo más críticos, más firmes, más responsables con el consumo y sus consecuencias.

Puede ser una cuestión de educación de todos.

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